El Día del Libro empezó tranquilo, quizá demasiado. Se notaba que mucha gente seguía de Pascua y, para qué negarlo, casi todos habían olvidado qué día era… ¡yo incluida! Me di cuenta de que no había preparado los carteles del 10% de descuento y tuve que improvisar unos pequeñitos sobre la marcha.
A media mañana hicimos el sorteo de un pack lector valorado en más de 100 €. Fue divertido porque tenía miedo de que las primeras papeletas hubieran quedado al fondo de la caja, pero al remover bien y sacar una al azar, ¡el ganador resultó ser justo la primera persona en rellenar una papeleta! Casi parecía destino.
La tarde fue mucho más animada. Vinieron muchas personas a comprar cómics para regalar a sus parejas, sobrinos o para sí mismos. Yo no paraba: acababa de llegar un montón de novedades y tenía que colocarlas en las estanterías mientras atendía, envolvía regalos y seguía el ritmo de la tienda.
Y para cerrar el día con buen sabor, decidí hacer mis propias compras de Día del Libro: le compré a mi marido el libro de Brutal Kunnin y me autorregalé el tomo 1 de la nueva edición de Nana en catalán. Porque sí, los libreros también necesitamos un buen cómic de vez en cuando 🖤