En este universo distópico, los robots no tienen derechos, ni siquiera para acceder a sus actualizaciones. Estigmatizados y explotados, son condenados por la obsolescencia programada y se amontonan en barrios guetos, donde se gesta la revuelta.
En este universo distópico, los robots no tienen derechos, ni siquiera para acceder a sus actualizaciones. Estigmatizados y explotados, son condenados por la obsolescencia programada y se amontonan en barrios guetos, donde se gesta la revuelta.